Mi aproximación a la literatura norteamericana, por Teresa Tesoro

 


 

El primer libro que leí de un autor norteamericano fue Las Aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain. Yo tendría entonces unos diez años (ahora tengo sesenta y siete años), así que de esa lectura me quedan recuerdos muy difusos: la amistad de Tom con Huckleberry, la crueldad de la sociedad esclavista norteamericana, la agudeza de los dos niños para sortear las dificultades.

Inmediatamente entré en la adolescencia y dejé de interesarme por ese tipo de literatura.

Entonces entró a mi vida Por Quién doblan las campanas de Ernest Hemingway. Y ese libro me marcó mucho. Primero porque mis padres vivieron la Guerra Civil Española, eran republicanos, segundo porque la relación de María con el norteamericano (no recuerdo el nombre del personaje, creo que Boris, pero no estoy segura) revestía de una total poesía a mis ojos de adolescente, tercero porque compartíamos la casa con una pareja de ancianos aragoneses que a mí se me antojaban Pilar y Pablo, en mi mente adolescente, caldeada por las hormonas.

Poco después de leer ese libro, leí Adiós a las Armas, del mismo autor y me pareció este libro más crudo, como el libro del desencanto. Más tarde traté de leer El Viejo y el Mar, pero me imagino que debido a que era muy joven e ignorante, me aburrí y no terminé de leerlo. Hace un año lo leí  nuevamente y me pareció maravilloso.

Ya en mi adultez, cuando yo tenía entre treinta y cuarenta años, leí Al Este del Edén de John Steinbeck; quedé impactada por la descripción de los Estados Unidos de la Depresión, y profundamente conmovida por la escena donde un anciano va a morir de inanición y una joven madre lactante le ofrece su pecho y le permite vivir. Es como si en este momento lo estuviera viendo en el cine.

Luego sin pena ni gloria, leí El Padrino de Mario Puzo, me esforcé por leer el libro A Sangre Fría de Truman Capote, pero después de la descripción en que los asesinos acaban con la familia de la casa que invaden, se me quitaron las ganas de continuar leyendo.

Siento una gran fascinación por el pueblo norteamericano, por su optimismo, creatividad, mezcla de culturas, y tengo curiosidad por abordar autores norteamericanos que no he leído, como John dos Passos y Faulkner y deseo enterarme más de la vida norteamericana y de su literatura.

 

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